26 de Junio, 2023
La edad temprana es un periodo en el cual se regula y enriquece la experiencia sensorial de los niños, incluyendo la asimilación de las formas específicas humanas, así como el desarrollo de la percepción, el pensamiento y la imaginación. En este sentido, la visión desempeña un papel fundamental en el desarrollo y actividad vital del infante.1
Con la ayuda de la visión puede reconocerse la mayor cantidad de objetos y su relación con la realidad, es decir, la forma, tamaño y color de las cosas, que a su vez indican la distancia, movimiento y su perspectiva. La visión contribuye, además, al logro de la autorregulación y el autocontrol de los movimientos, y al desarrollo de sentimientos estéticos.1 De forma opuesta, la discapacidad visual tiene diversos efectos en la evolución y desarrollo de los niños, así como en su equilibrio y bienestar.2
El crecimiento y desarrollo de los niños con discapacidad visual es parecido al de los niños que ven, aunque con un ritmo de progresión diferente, pues la discapacidad impone algunas diferencias que pueden afectar al desarrollo cognitivo y emocional.2
La psicomotricidad y el desarrollo intelectual van de la mano
Diversos estudios demuestran que el desarrollo psicomotor es la base para el aprendizaje, el desarrollo intelectual y la madurez del sistema nervioso.2 En la edad preescolar, la psicomotricidad juega un papel importante porque influye en el desarrollo intelectual, afectivo y social de los niños con diagnóstico de baja visión y favorece la relación entre ellos y su entorno, permitiendo el desarrollo de actividades perceptivas, motrices, de conocimiento del esquema corporal, lateralización y orientación espacio-tiempo.1
¿Cómo se estimula el desarrollo psicomotor?
La evolución psicomotriz del niño con discapacidad visual experimenta cierto retraso con respecto a la de los niños videntes. Así, por ejemplo, aprenderá a sentarse sin ayuda a los 12 meses y comenzará a caminar a los 24 meses.2
Es importante motivar al niño por medio del juego para que aprenda a mantenerse sentado, sujetarse lateralmente, cambiar de postura (de boca abajo a boca arriba y viceversa), gatear, ponerse de rodillas o caminar con ayuda.2
Para enseñarle a caminar, por ejemplo, conviene facilitarle muebles o apoyos a su altura para que se sujete de pie y que le sirvan de referencia, así como colocar sus pies sobre los nuestros mientras caminamos, para que interiorice el movimiento.2
El niño debe aprender a reconocer el espacio y las cosas que hay en él, proporcionándole un entorno ordenado y seguro. También hay que enseñarle (como a todos los niños) qué cosas pueden ser peligrosas (enchufes, horno, radiadores, escaleras, productos de limpieza o medicamentos). Por otro lado, la utilización de las manos también estará menos desarrollada.2
Construir su adaptación adecuada
Durante los primeros 4 años, el niño adquiere conciencia espacio-temporal, por lo que, poco a poco, irá siendo capaz de anticipar lo que va a ocurrir (aseo, alimentación o sueño), de relacionar los ruidos que le permitan conocer qué va a pasar a continuación y así los cambios serán más agradables.2
Estas son algunas pautas generales que pueden ser útiles a la hora de trabajar el desarrollo psicomotor con los niños con discapacidad visual:2
- Desarrollar la motricidad gruesa fomentando la evolución del niño en aspectos como mantenerse sentado, caminar de forma independiente y el desarrollo del equilibrio.
- Fomentar la exploración de objetos en la línea de su eje central corporal (tumbado o sentado).
- Interactuar con el niño verbalmente y aumentar su actividad motriz de forma natural con las actividades diarias.
- Impulsar el desarrollo de movimientos boca abajo.
- Adquisición de hábitos de autonomía personal cada vez más elaborados (beber, comer con cubiertos, caminar detectando obstáculos con un pequeño bastón).
- Fomentar el aprendizaje de la marcha autónoma.
Consulte a su médico.
GCMA: PP-UNP-MEX-0835