23 de Junio, 2023
La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad autoinmune de origen desconocido con un importante factor de susceptibilidad genética, caracterizada por tener un proceso inflamatorio que produce incapacidad para la movilidad y dolor, afectando principalmente el tejido de las articulaciones.1
Este padecimiento afecta del 0.2 al 2% de la población mundial, principalmente a las personas con mayor capacidad laboral dentro de la sociedad; su edad de inicio es a los 40 años. Es más frecuente en mujeres que en hombres, de hecho, solo 1 hombre lo padece por cada 3 mujeres, aunque esta diferencia disminuye en edades más avanzadas.2 Generalmente los síntomas inician a partir de los 60 años, aumentando su incidencia hasta alrededor de los 70.1
Manifestaciones clínicas de la artritis reumatoide
Clínicamente se presentan síntomas diversos como rigidez articular por las mañanas, fatiga, dolor, incapacidad funcional y depresión, además de manifestaciones extraarticulares con afectación a los órganos internos.1
Impacto en la salud pública
La AR tiene un alto impacto en la salud pública debido a que es la principal causa de discapacidad en adultos, con un importante efecto negativo en la calidad de vida y una marcada disminución en la sensación de bienestar, en comparación con individuos cursando otras enfermedades.3
Otra razón por la que constituye un problema de salud pública es debido a su alta prevalencia, así como las consecuencias funcionales, el impacto socioeconómico que produce y el incremento en el uso de los servicios de salud.2
Impacto en la calidad de vida
Pocas personas con afecciones médicas padecen de dolor y discapacidad tan severas como aquellas con AR, lo cual incrementa la desesperanza, disminuye la habilidad para realizar tareas cotidianas y participar en actividades sociales, y limita la actividad laboral, ya que, de aquellos que tienen trabajo remunerado, 10% deja de laborar dentro del primer año de inicio de la enfermedad, mientras que 50% está incapacitado después de 10 años.1
Debido a la relevancia que los factores psicológicos van a tener en las respuestas emocionales y afectivas en esta enfermedad, se deben utilizar medidas que ayuden a identificar la calidad de vida de cada persona, para así dar un manejo integral, enfocado tanto a la limitación del daño y progresión de la patología, como en los factores psicosociales que más afectan a las personas.1
En un estudio realizado en pacientes con AR, 77.1% de las personas con este padecimiento indicó afectación en su calidad de vida, siendo más frecuente el dolor o malestar (57.1%), y menos común el cuidado personal (40%). Esa disminución en la calidad de vida se correlacionó con la actividad clínica de la enfermedad y el nivel de incapacidad funcional.3
De este modo, el diagnóstico y tratamiento oportuno de la AR incrementa la probabilidad de controlar el proceso inflamatorio, limitar la progresión del daño y mejorar la calidad de vida, así como la funcionalidad y la pronta reincorporación a la vida productiva y social de las personas.2
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GCMA: PP-UNP-MEX-0764
